jueves, 22 de enero de 2015

¿Y A MÍ QUE ME IMPORTA QUE NO HAYA VERDAD ABSOLUTA?

Todo ese rollo medio filosófico de la verdad del otro post tiene una incidencia práctica, inmediata, y permanente en nuestra vida de adultos: todas nuestras acciones conscientes pasan a través del tamiz crítico de nuestro sentido de la verdad, no podemos evitarlo, de ahí la permanente y vana búsqueda del ser humano de algún asidero de "verdad absoluta" que lo libere de esta lucha interna, que lo libere de la responsabilidad de tomar sus propias decisiones. 
Pongamos un ejemplo: digamos que soy una persona "normal" que tiene una relación de pareja "convencional" que dura ya varios años. Al principio todo era color de rosa, me parecía genial la otra persona y genial cómo nos lo montábamos. Sin embargo a lo largo de estos años, igual que todo lo demás ha cambiado, la relación ya no es lo que era. Veo cosas nuevas que no me gustan tanto, o nada, aspectos que antes desconocía, matices, facetas oscuras que se han hecho evidentes. Y ya no hay "chispa", ni alegría, ni proyectos vivos. ¿Valen la ternura y el apego que siento por ella el peso de la losa que me estoy autoimponiendo y que me va ahogando poco a poco? ¿Ha cambiado él/ella, hemos cambiado en direcciones divergentes, o es que antes no l@ veía y ahora sí veo "la verdad"? ¿Qué hago? ¿Continúo con esto? ¿Es preciso aguantar e intentar reavivar la llama o ya es hora de poner punto y final? Me sentiré sol@ y desgraciad@ si doy el paso. ¿Y si me quedo y pierdo la oportunidad de encontrar otras personas y otros caminos que recorrer? ¿Le haré daño si me voy? ¿Le haré daño si me quedo con ella aunque no la ame ya como pareja? ¿Escucho a la tradición, a la religión, a mi terapeuta, a mis padres, a mis amigos? ¿Escucho a mi corazón, a mi cuerpo, a mi mente a mis sentidos?
La gracia del tema es que nadie, pero nadie, tiene la respuesta de esto, salvo yo mismo. Todos pueden aportar, sugerir, opinar, los habrá quienes sean auténticos pozos de sabiduría, y otros con ideas realmente peregrinas, y mi misión es saber qué me aporta cada cuál, y cómo ha de ser mi inspiración para orientarme, porque quien ha de construir su verdad al respecto y finalmente decidir, el único responsable, soy yo. Ante situaciones así, dependiendo de lo que me haya trabajado internamente, lo que usualmente se llama "autoconocimiento" y "autoescucha", me sentiré más o menos en mi centro, decidido, o desorientado, confuso, angustiado. 
Tan importante es todo esto que gran parte del movimiento de las religiones a lo largo de la historia tiene solamente una finalidad: constituirse en fuente de verdad absoluta y liberar al creyente del “doloroso” trance de decidir por sí mismo. Para eso siempre recurren a lo mismo: una inspiración suprema, o verdad revelada, que, según ellos, es la única fuente de verdad posible. A mí sinceramente no me vale eso, y ya he explicado antes por qué, pero desde luego, si tú lo prefieres, ahí las tienes, hay para elegir.
Yo prefiero el "crecimiento personal", es decir el lento y progresivo proceso de construcción consciente y desde el amor de la propia verdad. No renuncio a ninguna influencia, pero al final mi verdad será sólo mía y su alcance el de mi sola persona. Luego estará tu verdad, y la nuestra, y muchas otras más.
Un abrazo gigante.

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