jueves, 31 de julio de 2014

EN SANTIAGO

Pongamos que aunque deje poso todo pasa. Y en esas estamos, ya en Santiago, desde tiempos remotos un sitio mágico de cuyo poder hechicero tuvo a bien apropiarse la inefable iglesia católica, mediando la inevitable transformación de energías por absoluciones y bulas, y devas milenarios por santos de mirada triste.
936,13 km. de bicicleta, genial la Scott, ha aguantado, conmigo encima, todos esos kilómetros, de los que casi todos han sido por senderos y pistas, los infinitos saltos, frenadas y golpes, el polvo y el agua, el barro, las interminables jornadas de sol.
Han sido muchas muchas horas de rutas variadísimas. El magnífico encanto de conocer personas, siempre especiales, y más por estas veredas. Y ni un percance, accidente, avería o revés digno de mención. Sentirme nómada, libre, volar sin lugar fijo al que poder volver a resguardarme, reflexiones y meditación, recogimiento, expansión de los sentidos ante una naturaleza magnífica, alegría de reconocerme en el otro, puesta a prueba de mi capacidad física hasta la extenuación, sentimientos encontrados, soledad bendita, y maravillosa compañía. Colorines en los campos, polvo y luz del amanecer, vaquitas ligeras de vientre que te hacen jugar como un niño a sortear lo que no quieres pisar, no siempre con el resultado previsto, kilómetros de sed y riachuelos más profundos de lo que esperaba cuando decidí cruzarlos con la bici, y algún borrachuelo malencarado a las siete de la mañana después de la noche de fiesta mayor en su pueblo. 


Un camino mágico, por fuera, y por dentro. Satisfacción y emoción, y un gratísimo tener presente también a aquell@s que no vinisteis conmigo, pero a quienes retornaré, un poco más viejo y curtido, y espero que mucho más capaz de valorar la amistad, todo lo que de verdad vale en esta existencia y que adquiere su verdadera dimensión cuando viajamos así, tan ligeros de equipajes, tan sin propiedades a las que asirnos que sólo nos queda el amor.
Así que agradecido por tanta bendición.


lunes, 14 de julio de 2014

GURUS

Viendo a veces a indiscutidos maestros o gurus caer en los mismos problemas, insatisfacciones, incoherencias y errores que las demás personas, las “normales”, me planteo a veces si todo esto del crecimiento personal y espiritual, antes conocido como religión, no será un inmenso montaje, una enorme sanguijuela insaciable que solamente busca medrar aprovechándose del sufrimiento psicológico de tantos inocentes, para hinchar el ego, conseguir poder, reconocimiento, dinero, sexo ...
No puedo evitarlo.
Qué bonito entonar ante un público entusiasta la canción del amor universal, pero luego, es tan tan difícil amar aquello que no nos gusta, que nos estorba, que nos daña. Y sí, tan fácil amar lo bello, lo que nos atrae, o a quien ya nos ama entregadamente. Y encima, mientras tú te estás esforzando por entender y practicar eso del verdadero amor aparece otro guru y se queda tan ancho diciéndote que no hay por qué agradar a todo el mundo, que es normal que haya gente con la que no quieras estar, porque no tienen la energía correcta, que sintonice con la tuya, y que te tienes que alejar de ellos. Y luego un tercero, que lo que te dice es que si te esfuerzas el amor no es amor sino ego proyectado, que has de fluir, dejarte, aceptar, y entonces se producirá el milagro y saldrá el sol por Antequera. 


Y para rematar aparece el conocido de turno, amiguete de antaño, o un vecino, o compañero del trabajo, que vive todavía como los Picapiedra, mirándose el puñetero ombligo todo el día, atendiendo sólo a los instintos más bajos de su ego, y se ríe de ti al ver tu indecisión ante los caminos, todos ascendentes, que has de tomar. El lo tiene claro, todo cuesta abajo es más fácil.
¡Uff!
¿Qué hacer ante todo esto?
¿Dónde está la correcta medida, el patrón perfecto, la luz en la oscuridad, la guía sencilla y clara, la fuente de sabiduría, que me permita tener la certeza de corazón de que estoy en el buen camino?


sábado, 5 de julio de 2014

BIENVENIDA A MI VIDA

Y a pesar de todo, la mirada adentro, el sentimiento de que soy y punto, de que la felicidad no es un don sino un estado, digo que a pesar de todo creo en la caricia de las cuerdas que danzan con el viento, en un patio al sur, nocturno de jazmín, promesas y magia, en nuestras manos trazando caminos de ternura en la piel caliente, en mariposas eléctricas rompiendo el horizonte del silencio con esa vibración que nos une como un cordón umbilical entre iguales, en sostener tu mirada que quema, sintiendo crecer en mi los zarcillos de la yedra que anudará de nuevo nuestras almas, y en reconocerme en ti, y temblar por ser tú, no por reconocerme. 

Sé que somos viejos, como las estrellas, o quizás más, que no es la primera vez, que hace mucho tú me mataste en otra vuelta de la rueda, que yo fui tu padre y después tu esclava, y un día te salvé cuando ya te rozaban las yemas oscuras de la nada. Todo eso pasó, patético, glorioso, anecdótico o indiferente, caminos como hilos en el laberinto trenzando un tejido de múltiples existencias. Sé que nos hemos encontrado con otros, que siendo únicos no hemos sido ni seremos sólo el uno para el otro, pero igual que siento el beso fresco de la brisa, percibo la energía que cabalga entre nosotros con esa rara intensidad de lo genuino, de lo que no tiene parangón con nada.
Bienvenida a mi vida, otra vez te estaba esperando.

viernes, 4 de julio de 2014

ALAS

El Universo te trae circunstancias y seres que son como corrientes ascendentes en las que desplegar tus alas y volar. Pero sólo de ti depende escogerlas. Las ves, sabes lo que son, canciones escritas en el lenguaje arcano de los sueños, pero no te atreves. Atiendes a límites que no existen, mentiras que algún oscuro poder se encargó de cincelar en tu alma con el firme propósito de atarte al polvoriento suelo. El yugo está en ti, la soga que te amarra es de emociones y recuerdos marchitos. Sacúdete todo eso y lánzate, porque está escrito, los cobardes perecen muchas veces antes de su verdadera muerte, los valientes prueban la muerte sólo una vez.
El miedo y el vértigo sólo son señuelos que nos ocultan el camino hacia la dicha.
Miguel