lunes, 14 de julio de 2014

GURUS

Viendo a veces a indiscutidos maestros o gurus caer en los mismos problemas, insatisfacciones, incoherencias y errores que las demás personas, las “normales”, me planteo a veces si todo esto del crecimiento personal y espiritual, antes conocido como religión, no será un inmenso montaje, una enorme sanguijuela insaciable que solamente busca medrar aprovechándose del sufrimiento psicológico de tantos inocentes, para hinchar el ego, conseguir poder, reconocimiento, dinero, sexo ...
No puedo evitarlo.
Qué bonito entonar ante un público entusiasta la canción del amor universal, pero luego, es tan tan difícil amar aquello que no nos gusta, que nos estorba, que nos daña. Y sí, tan fácil amar lo bello, lo que nos atrae, o a quien ya nos ama entregadamente. Y encima, mientras tú te estás esforzando por entender y practicar eso del verdadero amor aparece otro guru y se queda tan ancho diciéndote que no hay por qué agradar a todo el mundo, que es normal que haya gente con la que no quieras estar, porque no tienen la energía correcta, que sintonice con la tuya, y que te tienes que alejar de ellos. Y luego un tercero, que lo que te dice es que si te esfuerzas el amor no es amor sino ego proyectado, que has de fluir, dejarte, aceptar, y entonces se producirá el milagro y saldrá el sol por Antequera. 


Y para rematar aparece el conocido de turno, amiguete de antaño, o un vecino, o compañero del trabajo, que vive todavía como los Picapiedra, mirándose el puñetero ombligo todo el día, atendiendo sólo a los instintos más bajos de su ego, y se ríe de ti al ver tu indecisión ante los caminos, todos ascendentes, que has de tomar. El lo tiene claro, todo cuesta abajo es más fácil.
¡Uff!
¿Qué hacer ante todo esto?
¿Dónde está la correcta medida, el patrón perfecto, la luz en la oscuridad, la guía sencilla y clara, la fuente de sabiduría, que me permita tener la certeza de corazón de que estoy en el buen camino?


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