Llegamos tensos, con la mente rápida de trabajo y preocupaciones, la intención afilada y en formación defensiva.
Saludamos, abrazos, las primeras risas, suspiros. ¡Qué alegría, tú de nuevo! Ya te echábamos en falta, venid amigos, hablemos de cosas sencillas.

Los primeros compases, evoluciona la música como un animal hermoso, vueltas, la mente se pierde y el corazón gana, te miro, me miras, sonreímos, gozamos, somos niños.
Y luego el viaje al centro, danzando al unísono nuestro propio camino, trepar a las nubes por senderos de humo, bucear en estanques de emoción espumosa, Rebeca nos guía, todo es posible, y los lazos crecen y se anudan a nuestra alma, casi sin sentirlo, en este desierto de palabras pleno de hermosos sonidos.
Y en medio de esta batalla amorosa está la presencia, el único instante en que somos, te miro, me miras, nos miramos todos, sonreímos. En silencio, sólo con los ojos, nos decimos cosas, danzamos, vivimos, somos tribu.
Para José Antonio (Josechu) y también para mis demás compañer@s de Biodanza
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