lunes, 11 de abril de 2016

UNO

Se miraban, sintiendo el abismo abierto tras sus pupilas, la gravedad de mil soles negros que los iba a arrastrar hacia alguna clase de aniquilación, y las amarras de control gemían y prometían arrancar los norays en sus pequeñas mentes. Neuronas tristes con gorra de capitán ladraban órdenes para que levantaran las viejas capas protectoras de sus almas de cebolla, pero el incontrolable poder de la vida danzaba en sus corazones.
Por algún oscuro motivo, que nunca nadie comprendería, no había nada más atractivo en el infinito universo que dejarse engullir por aquellos pozos abiertos al caos del éxtasis, carne cálida y frutal apretada contra su carne, todos los aguijones que nunca tuvieron veneno tatuando su pecho de flores diminutas, y el Cosmos conjurándose para que por fin fueran Uno.

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