martes, 22 de diciembre de 2015

NUNCA LLEGAMOS

Mi espera ya se está haciendo vieja como las piedras lavadas por el mar, tanto tiempo ha pasado desde que creía que iba a ocurrir lo que nunca ocurrió y siempre está a punto de pasar. Porque cuando por fin cedemos, impelidos por la pura necesidad física de satisfacer lo imparable, se levanta un telón de culpa y dolor que vuelve a golpear la balanza con mano de hierro, y el fiel cae de nuevo del lado que odio con total frialdad. 
¿Cuántas veces hemos estado ya a punto? ¿Cuántas excusas complicadas para poder aventurarnos una vez más sobre el territorio febril de la piel amada? Casi a traición, pero una traición dulce como para untar tostadas, nos toma esa mirada de conjuro, con filtro de amor y melocotones escarchados, haciéndonos tiritar de pasión si la dejamos correr libre. Y qué poco la dejamos.

Revientan las teorías a mi paso, despanzurradas como sapos en el arcén de una carretera secundaria. Al desapego le han salido sabañones costrosos después de que me ilustraras brevemente sobre el modo idóneo de anudar lenguas humedeciéndolas en el hervor de nuestros labios. Y te aceitaría detenido esas letales curvas felinas, para adentrarme en ti antes de salir de mí como algo volcánico.

No hay comentarios:

Publicar un comentario