jueves, 8 de octubre de 2015

EN LA CUERDA FLOJA

La gran mayoría de los habitantes del mundo occidental llevamos una vida tranquila, cómoda, anodina, gris, insufrible. Sí, es posible que esto te suene a autoflagelación y que consideres que no es tu caso, pero mírate bien. ¿Es tu vida atractiva, emocionante, rompedora, arriesgada en la búsqueda de lo que quieres, intensa, con sabor a reto permanente? ¿Te transmite sensaciones apasionantes, aunque en ocasiones duela? ¿No la cambiarías por ninguna otra? Si es así como de verdad lo sientes tienes mi felicitación y mi admiración, puesto que eres uno de los poquisimos que lo van consiguiendo. Si no, me encantaría compartir contigo la reflexión del por qué, cuál es el motivo de que esto sea así, en qué estamos fallando.
A mí se me ocurre que comparar la vida actual, pese a su seguridad y "calidad", con la existencia en otras épocas, es como comparar una silla de plástico, de esas de terraza, que vale 3 euros y que casi todo el mundo puede tener, con una de aquellas sillas rústicas, tal vez incómodas, pesadas, pero que a diferencia de las de plástico estaban llenas de la belleza de los materiales naturales y bendecidas por el alma del artesano que las fabricó.
Así es, creo que en la vida de nuestros días simplemente hemos perdido la belleza y el alma renunciando a ellos a cambio de la funcionalidad y la seguridad.
¿Alguien cree que merece la pena pagar ese precio por un saquito de polvo gris?
Antes no entendía a los locos de los deportes extremos, a los que asumen riesgos extraordinarios por simple placer (suicida seguramente), a los que les gusta vivir en la cuerda floja, pero cada vez comprendo más el por qué de su locura.

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