La sensibilidad, como todas las cosas importantes que crecen y dan fruto, hay que cultivarla. Y se cultiva en la alteridad, en el otro, en atenderlo, escucharlo, sentirlo, acariciarlo, y se percibe también en lo otro que está fuera, seres y cosas. Y esos de afuera cuando los acaricias te acarician, siempre, por activa o por pasiva. Es cierto que para ello tenemos que afinar nuestros sentidos, que sintonizarlos con las ondas que nos llegan, que estar a bien con nosotros mismos, pero siempre es un trabajo de doble sentido, siempre, pues cuando sólo nos dedicamos a miramos el ombliguito, incluso cuando buscamos esa especial "esencia del ser", o lo que coño sea que hay ahí en nuestro profundo interior, corremos un serio peligro de volvernos como pedruscos, seres anestesiados con el corazón cubierto de escarcha.viernes, 19 de junio de 2015
PEDRUSCOS
La sensibilidad, como todas las cosas importantes que crecen y dan fruto, hay que cultivarla. Y se cultiva en la alteridad, en el otro, en atenderlo, escucharlo, sentirlo, acariciarlo, y se percibe también en lo otro que está fuera, seres y cosas. Y esos de afuera cuando los acaricias te acarician, siempre, por activa o por pasiva. Es cierto que para ello tenemos que afinar nuestros sentidos, que sintonizarlos con las ondas que nos llegan, que estar a bien con nosotros mismos, pero siempre es un trabajo de doble sentido, siempre, pues cuando sólo nos dedicamos a miramos el ombliguito, incluso cuando buscamos esa especial "esencia del ser", o lo que coño sea que hay ahí en nuestro profundo interior, corremos un serio peligro de volvernos como pedruscos, seres anestesiados con el corazón cubierto de escarcha.
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