martes, 2 de junio de 2015

LAS OVEJITAS BUENAS RESPETAN LOS TABÚS

Dicen por ahí que lo realmente importante en la vida son los pequeños momentos, fregar el suelo con plena conciencia del bien que le haces a no recuerdo qué, disfrutar el instante mientras pelas patatas para tus cuatro hijos y tu marido, el de Eurosport es la hostia y dónde están mis llaves y cómprame algo de ropa nena que el finde por la noche tengo cena de amiguetes. Seguramente es por eso que tú no recuerdas un carajo de lo que hiciste hace una semana en la cocina, o el mismo día del mes pasado mientras limpiabas tu recién renovado baño "en suite", o hace un año en el momento menos aburrido de tu jornada laboral , pero sin embargo, oh paradoja, rememoras cada minuto de cuando le conociste, o de aquel viaje loco mochila al hombro por el Perú de los Incas y el tiradito. 
También dicen que hay que aceptar lo que nos viene, que nos va a hacer más sabios, y más fuertes y sensibles, y tengo la duda yo de si mi madre entenderá, a sus setenta y ocho años de lucha por la existencia, que aceptar es soportar agradecida el inacabable desgaste de la decadencia irremisible del hombre de su vida, sus infantiles salidas de tono, sus cobardes lamentos, sus pañales y su tristeza infinita.

He oído muchas veces que es bueno estar solo para conocernos, y digo yo que si eso es así debe dar gustito la soledad y ha de ser común encontrar a alguien, acaso una sola persona así serviría de prueba de la bondad de la idea, que nadase en la feliz alegría de no tener a nadie con quien compartir sus momentos de dicha y sus largas horas de desdicha. Pero aunque busco y rebusco como el más aplicado de los detectives, no hallo esa rara perla de sabiduría. Mis amigos y amigas solitarios rumian su aislamiento desconsoladamente, por más que algun@s de ell@s, cuando les preguntas si no preferirían tener alguien que los amase a su lado, pongan cara de póker mientras exponen el muestrario de los paliativos de su desolación: la apelación al derecho de tregua, a la lógica del barbecho, o a la poética del descanso del guerrero entre batalla y batalla.
Entre los adeptos del alma hay innumerables ideas tabú que nos negamos a criticar por respeto a nuestros amados gurus. ¿Y me pregunto yo, cada día más, si es ése el camino correcto para crecer, o simplemente es otra forma de mantenernos calentitos en nuestra zona de confort, como ovejitas buenas, para no tener que saltar la valla del puñetero corral, y arriesgarnos a pensar y sentir por nosotros mismos?

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