sábado, 7 de abril de 2012

MEJORAR EL MUNDO


Cuando empezamos a andar el camino del SER antes o después nos aparece una duda que en muchos casos puede resultar incómoda: mejorarme a mí mismo está bien, creo que estoy en camino de ser el cambio que deseo para el mundo, pero siento que necesito más, quiero dar, necesito participar también en la mejora de cuanto me rodea, no puedo quedarme para mí solo tantas cosas bellas, tantos tesoros del amor. Nos parece entonces que nuestra implicación en tareas de solidaridad social es poca, insuficiente, que para ser "buenos" debemos ser voluntarios de esto o aquello, montar una eterna acampada de indignación, darlo todo por la causa en un partido de izquierda, embarcarnos en un Guerrero del Arco Iris para salvar a las buenas ballenas del acoso de los arponeros del capitán Ahab, meternos a monje trapense, o budista o sufí...

Pero creo sinceramente que no.

Creo que cada uno tiene su camino, su función, su lugar exacto, el punto en el que puede dar lo mejor de sí, pero para ello ha de hacerlo desde el convencimiento, desde el disfrute de los actos propios, desde su luz personal, con aquella con la que se identifique plenamente, sin tensiones que más pronto que tarde se resuelven en abandonos, en conflictos, en desaliento. Y es muy posible, que a lo largo de nuestro devenir, esa función vaya cambiando, a la par que nosotros vamos generando nuestra realidad.

Siento que no hay una tarea solidaria más elevada que otra, todas son necesarias y aportan luz al mundo. Ser voluntario en un hospicio de huérfanos en India es maravilloso, pero también lo es comprender a tu hijo cuando la adolescencia disloca aparentemente vuestra relación. Aceptar amorosamente a tu padre viejito, medio loco y un poco tirano, no le va a la zaga a enfrentarse a los ejércitos opresores del poder que quieren doblegarnos ahora que empezamos a construir este nuevo mundo. Si quieres se ecológico, biológico y vegano, no des un paso sin medir las consecuencias de tus actos en el medio que te rodea, pero también es posible que sepas dar lo mejor de ti cantando una saeta para tus amig@s mientras os tomáis unas cervecitas y una tapa de lomo.

Al final todo se resume en el bellísimo "Ama y haz lo que quieras" de Agustín de Hipona, y es que el amor es una locomotora que sólo empuja vagones hermosos.

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