lunes, 20 de abril de 2015

EL RIO QUE MUERE EN EL MAR

Es fácil mirar xa otro lado cuando la muerte no nos toca de cerca. Yo tengo una niña como ésta que duerme para siempre mecida por la nana cruel de las olas. Y si hubiera estado allí, en el África oscura y pobre, seguramente me habría embarcado en ese ataúd gigante cn mi hija cn la desesperada esperanza d sacarla de la terrible miseria de cada día y buscarle un futuro en la disneyland del Norte, y ahora seríamos dos anónimos muertos más. Pero estoy en el otro lado, y mi hija respira a salvo, xo yo m siento un poquito más asesino q ayer, y m avergüenzo en el alma x no ser capaz de hacer nada xa parar esto.

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