jueves, 27 de febrero de 2014

Pasión y cenizas

Me pregunto continuamente por qué acepto a veces vivir sin emoción, con cenizas en los sentidos y la mirada puesta en lo más prosaico de la existencia. La lucha por la supervivencia, lo llaman, y sí, a menudo el día a día es duro, y piensan algunos que hay que ir sólo a lo útil, a lo productivo, y que es una pérdida de tiempo andar al acecho de la luz, del carisma en la acción, del impulso que te surge en las entrañas y que te está diciendo "lo haces porque te sale, y no porque te digan que debes, y así creas tu vida".
Pero la vida sin emoción es como vista en la televisión, bonitos colores, algarabía tal vez, pero todo lejano y frío, sin sensaciones, a lo sumo un regusto de cenizas. Así que déjenme con mi pasión que cenizas ya tuve bastantes. Porque aunque pasión y dolor tengan mucho que ver, no hay nada como sentirte implicado en tu existencia, protagonista y timonel, y notar el tacto de la realidad cuando se va desenvolviendo a tu alrededor, y es como si un halo mágico te envolviese, un estado de "gracia", que se propaga a cada acto, a cada movimiento, a cada contacto.
Así que gracias hermanas y hermanos en el Camino, porque cuando me apasiono por la vida, vuestros ojos me dicen, con la perfecta sencillez del lenguaje del amor, bienvenido a mi corazón, compañero.

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